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El deshielo en las zonas glaciares del planeta parece ser un tema que siempre ha estado presente, sin embargo, por ser algo lejano a nuestro entorno no solemos relacionarlo con el resto de problemas climáticos que estamos experimentando, cuando en realidad es una de las causas más preocupantes que contribuyen al cambio climático.
Como ya sabemos, el planeta se está calentando, provocando cambios drásticos en nuestro medio ambiente. Desde olas de calor extremas que provocan sequías e incendios forestales, hasta desastres naturales, cómo huracanes y tormentas, cada vez más devastadores, esto debido al calentamiento de los océanos, generando el clima perfecto para que más efectos ciclónicos se reproduzcan.
Sin embargo, no solo afecta las zonas habitables del planeta, todo este calor también está haciendo que los glaciares y el hielo en zonas como Groenlandia, la Antártida y el Ártico se derritan a una velocidad preocupante.
Según un artículo de la revista The Cryosphere, la tasa de pérdida de hielo se encuentra entre los peores escenarios predichos por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. Solo entre 1994 al 2017 se han perdido alrededor de 28 billones de toneladas de hielo, similar a una capa de hielo del tamaño del Reino Unido. Dos tercios de esta pérdida de hielo fueron causados por el calentamiento de la atmósfera, mientras que un tercio es resultado del calentamiento de los océanos.
Además del derretimiento acelerado, se ha demostrado que la Antártida, o también conocida como el Polo Sur, se está derritiendo hasta tres veces más rápido que el resto del planeta, con un calentamiento de aproximadamente 0.61°C por década. Esto se debe al aumento de temperatura del Océano Pacífico tropical occidental, ya que los ciclones, los cuales son cada vez más frecuentes, han sido arrastrados hasta las aguas heladas de la Antártida, causando un calentamiento masivo.
La naturaleza en los polos es muy diferente a la de las zonas más céntricas. A pesar de ser zonas que no están pobladas en su mayoría por los humanos, también sufren las mismas consecuencias de la contaminación y alteración del medio ambiente.
Como por ejemplo, las gigantescas plataformas de hielo o los glaciares, investigaciones han descubierto que, a pesar de que el deshielo sea un factor natural, las condiciones aceleradas actuales suelen dejarlos vulnerables. El agua de deshielo puede llegar a socavar las paredes de hielo que retienen estos glaciares.
Las plataformas de hielo han permanecido intactas en el planeta por miles de años, sirviendo como presas para evitar que gran parte de nieve y hielo fluya hacia los demás océanos, es decir, evitan que el nivel del mar aumente. Sin embargo, el 60% de las plataformas de hielo se han vuelto vulnerables debido a un proceso llamado hidrofracturamiento, que sucede cuando el agua de deshielo es filtrada por las grietas de las plataformas, provocando que colapsen.
“Esta agua de deshielo es más pesada que el hielo, por lo que puede penetrar a través de todo el espesor de la plataforma, como un cuchillo”, según la científica climática Ching-Yao Lai de la Universidad de Colombia.
Otro estudio indica que el flujo de agua en las cuencas fluviales podría alcanzar a su máximo punto para 2050, causando que incluso los glaciares que no se encuentran en las zonas polares estén en riesgo de desaparecer para finales de siglo. Solo las altas montañas de Asia representan el 44% de todos los glaciares en el mundo, dejando a un lado las capas de hielo en Groenlandia y la Antártida; su derretimiento podría contribuir significativamente al acelerado aumento del nivel del mar.
Esta es una de las consecuencias más notables del deshielo. En 2013, se había predicho que el nivel mundial del mar aumentaría 60 centímetros para 2100, poniendo en riesgo a 3060 millones de personas que viven cerca de las costas. Sin embargo, esos datos ya han cambiado, y no son buenas noticias.
Un nuevo estudio demuestra que la pérdida de hielo en Groenlandia está aumentando más de lo esperado, por lo que ahora se le añaden siete centímetros más a la cifra estimada (es decir, 67 centímetros). Puede que parezca un cambio mínimo, pero a nivel global, cada centímetro puede significar millones de vidas más en riesgo.
“Como regla general, por cada centímetro de aumento del nivel del mar, otros seis millones de personas están expuestas a inundaciones costeras en todo el planeta”, explicó Andrew Sheperd, líder del estudio.
Otro factor que está en juego es el permafrost, que es la capa de suelo que permanece congelada sin importar el cambio de estación o clima, este puede estar cubierto o no de hielo o nieve y se encuentra en regiones muy frías como Siberia, Noruega, Canadá o Islas en el Océano Atlántico y ocupa el 24% de la superficie del planeta.
El permafrost cumple con un papel importante para la Tierra, pues ha almacenado grandes reservas de carbono orgánico, solo en el Ártico se encuentran aproximadamente 1.85 billones de toneladas métricas de este carbono. Debido a los efectos del calentamiento del planeta mencionados anteriormente, esta capa está comenzando a derretirse a una velocidad preocupante, liberando gases tóxicos como metano y dióxido de carbono de miles de años.
No solo nosotros estamos en peligro, la vida silvestre también ha sufrido estos cambios radicales en el clima, causando que el orden natural sea alterado. Como por ejemplo, que las especies marinas emigren a otros sitios más profundos y fríos dejando sin alimento a las especies terrestres que se alimentan de estos, llevándolos al riesgo de extinción.
Son muchos los factores que contribuyen al deshielo, pueden ser directos como los incendios forestales cercanos, la extracción de petróleo; o indirectos como la contaminación producida cada día en nuestros alrededores que son parte de los efectos de la crisis climática, pues todo está conectado, y la única solución para detenerlo es cumpliendo los objetivos climáticos de cada país para alcanzar la neutralidad en carbono antes de que sea demasiado tarde.
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